jueves, 2 de julio de 2009

CANTO A MI MISMO

CANTO A MI MISMO

-44-

Ha llegado la hora de que me explique; pongámonos en pie.
Me despojo de lo conocido,
Y me lanzo con todos los hombres y mujeres hacia lo Desconocido.

El reloj indica los instantes –pero, ¿qué indica la eternidad?
Hemos agotado ya trillones de inviernos y de estíos,
Pero nos quedan aún otros trillones de trillones.
Los nacimientos nos han traído riqueza y variedad,
Y otros nacimientos nos traerán más riqueza y variedad.

No llamo a ninguno grande ni pequeño,
Quien ha llenado su tiempo y su lugar es igual a otro cualquiera.

¿Ha sido la humanidad cruel o celosa para con vosotros, hermanas
y hermanos míos?
Lo siento, no ha sido cruel ni celosa para conmigo:
Ha sido buena, no tengo motivos de queja
(¿Qué utilidad habría en quejarme?)

Soy el apogeo de las cosas logradas y contengo las cosas que serán.

Mis pies se asientan sobre el peldaño más alto de la escalera,
En cada peldaño hay racimos de épocas, y racimos mayores entre un
peldaño y otro,
Todos los inferiores han sido ya recorridos y, no obstante, asciendo y asciendo.
Asciendo, y detrás de mí se inclinan los fantasmas,
Veo, allá lejos, la primigenia Nada enorme, sé que estuve en ella,

Esperé siempre, invisible, y me dormí en la niebla letárgica,
Y no tuve prisa, y no recibí daño del fétido carbono.

Mucho tiempo estuve en brazos de las tinieblas -mucho tiempo.

Inmensa fue la gestación de mi ser,
Fieles y cariñosos los brazos que me ayudaron.

Los cielos transportaron mi cuna, remando sin cesar como alegres
barqueros;

Para darme paso, las estrellas se apartaron de sus órbitas,
Y enviaron su influencia para que cuidase de lo que había de recibirme.

Antes de que yo naciera de mi madre, generaciones enteras me guiaron,
Mi embrión nunca estuvo adormecido, nada pudo oprimirlo.

Por él la nebulosa se condensó en un astro,
Los lentos estratos se amontonaron para que en ellos descansara,
Una gigantesca vegetación le dio alimento,
Saurios monstruosos le transportaron en sus fauces y lo depositaron
dulcemente.
Todas las fuerzas elementales trabajaron sin cesar para completarme
y deleitarme.
Y ahora estoy aquí en pie con mi alma robusta.


WALT WHITMAN

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